Celebrar

Celebrar la poesía nuestra de cada día. 
Celebrar que comienza el tiempo de la igualdad entre los días y las noches. Celebrar que tenemos faroles palpitantes entre las manos y una canción ansiosa por germinar. 
Celebrar y dar las gracias, plim! 


 

**Video realizado en el taller integral para niños de Gato Peludo de fotografía y música**

Leonor Pérez, dibujante de mundos

Nos conocimos a través de dibujos, palabras, cartas y envoltorios que viajaban llenos de tesoros; cuando por fin estuvimos frente a frente, el abrazo se hizo interminable. 
Leonor llegó en enero, desde el otro lado de la cordillera. 
Vino con ojos grandes, con sonrisa clara, vino cargada de cuentos y  regalos.
Ella dibuja el mundo con dedos finos, sus manos son zarcillos que fecundan hojas lisas y van de romería haciendo visible lo invisible. 
El verano nos vio caminar sobre el lomo de una ballena mientras la tarde agonizaba y una lunita asomaba curiosa sobre el mar.  Jugamos a proyectar sombras alargadas que llegaron hasta el borde de la China convertidas en papel de avión. Cantamos junto al gallo que gira sobre la calesa sin norte. Brindamos con espuma del mar a la salud de ciertos pintores de castillos blancos, bailamos en el puerto confundidos entre pejerreyes y corvinas sicilianas. 
El encuentro sigue sonando como la música de un acordeón. 
Leonor, hermana de caminos, se ha quedado a vivir un poco aquí, cerca de nuestro lado del mar. 










Para conocer más sobre Leonor Pérez:


Gran inauguración de la biblioteca Gato Peludo 2013

Preciosa tarde compartida entre libros, poesías, mates, galletas y tortas caseras.      
Juntarse a alimentar la barriga, la cabeza y el corazón. 
Gracias a los pequeños, medianos y grandulones que se acercaron, a pesar del viento y de la lluvia a dejar volar los pájaros de la imaginación, plim!










Locución de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo, Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."



Más libros en la panza de nuestra biblioteca


Para comenzar el año decidimos inventarnos un juego: respirar siete veces, profundo, para que nuestros pulmones se hicieran muy grandes, más grande que un abedul gigante. Nos estiramos para tocar las estrellas, para jugar con los cascabeles plateados de la noche; para que en nuestra panza tibia y peluda entren más libros, más personas, más panes con semillas, más historias y más cajitas de luz. Pasen y vean, plim!