Cumpleaños número seis



Hace seis años nacíamos con la primavera. Hace seis años comenzábamos a escribir este hermoso libro de seis páginas. Infinitas y luminosas gracias por tanto amor, por tantos mimos, por tantas palabras y abrazos que acarician el lomo. 
Poesía, música y alas para vivir, plim!


Un libro de seis páginas, puede ser así de chiquito y un poco grande.
Todo depende de dónde se lo mire.
Hacer cada página lleva cuatro estaciones enteras y, si es necesario, un día bisiesto.
Las palabras se deben bordar con hilo dorado para que una vez leídas, o escuchadas,
sigan resonando en la caracola del oído como la gran campana de un torreón de palomas y nubes.
Basta con subir a una escalera, entonces el libro de seis páginas es flaco y finito.
Diminuto, al igual que el pequeño ratón escurridizo que anda entre las bibliotecas.
Pero si lo leemos con ojos de grillo, el libro de seis páginas es dulce eternidad,
corola de aves, hierba, trino, migas de pan.
Lo bueno de un libro de seis páginas es que puede seguir creciendo,
estación por estación, página por página,
con las flores de cada primavera, con los niños de las plazas,
con los abuelos de tiradores, con las tías que leen cuentos,
con los papás que amasan, con las mamás que sueñan,
con los coros de astronautas, con las quimeras de la luna,
con los poetas de azoteas, con la ventana del mandala,
con las semillas que dan peces, con los espirales,
con la serenata de los gatos.
Y como los aviones de papel,
volar llevando en el lomo historias antiguas
nacidas hace apenas dos segundos.