En la entrada de la casa donde viven los libros hay un
auto abandonado con sombrero de paraguas que lo protege de los malos vientos.
Hay gárgolas que sostienen columnas que generan la luz necesaria para poder
leer cuando el sol
se ha ido.
Adentro de la casa viven muchos cronopios. Estos
cronopios hablan distinto. Hablan y se les escapan pedazos de montaña de los
labios. Todos sonríen, todos tienen papeles de colores en los bolsillos.
En la casa donde viven los libros hay nueve gatos
multicolores de todos los tamaños imaginables. El más pequeño cabe en la palma
de una mano pequeña y para que no se pierda lo meten en una gorrita de lana y
se lo calzan en la cabeza.
Cuando se sale de la casa, los bolsos que hasta hace
unos instantes estaban vacíos, aparecen llenos de pájaros de papel, pájaros ansiosos
de hacer nido en nuevas estanterías, pájaros alados que llevan palabras en el
pico.
Gracias infinitas a Carola Martinez y Ramón Paez por
abrirnos las puertas de su castillo de papel.