Para comenzar el año decidimos inventarnos un juego: respirar siete veces, profundo, para que nuestros pulmones se hicieran muy grandes, más grande que un abedul gigante. Nos estiramos para tocar las estrellas, para jugar con los cascabeles plateados de la noche; para que en nuestra panza tibia y peluda entren más libros, más personas, más panes con semillas, más historias y más cajitas de luz. Pasen y vean, plim!