Pongámoslo así:
el gato ama jazminearse por ahí. Su abuela le enseño ese arte.
En el centro, que también es un corazón, laten como un tambor músicos que cantan canciones. Algunos dicen que son solo para niños, otros dicen que son para cualquier oreja verde que este dispuesta a detenerse para escuchar o escucharse, quien sabe… Hacia este costado hay un gran patio con alfombras de colores en donde hay tambores, guitarras, celestines, flautas, violines, palos de lluvias y muchos instrumentos más. Aquí es preciso sacarse los championes y ponerse a tocar los instrumentos que más nos gusten estudiando sus formas sus armonías y sus matices, siempre compartiendo el placer de tocar y de inventar sonidos en cofradía con otros que también amen la música. Hacia el otro lado hay muchas paredes que no son paredes. Si uno se acerca y las mira bien son un libro arriba de otro libro arriba de otro libro y así hasta el infinito. Y si uno se acerca más parece una biblioteca pero no es una biblioteca cualquiera, no señor, es una biblioteca con patas, porque camina, porque nunca esta en el mismo lugar, porque a veces esta gorda y a veces esta flaca y a veces tiene muchas manos que la acarician y siempre, siempre muchos ojos que la miran, también tiene orejas cuando los ojos no han aprendido el lenguaje de las letras y bocas con más experiencia que están dispuestas a leer. En el pasillo del fondo encontraran una luz potente y enceguecedora que si se mira de abajo parece una gran pantalla, que es como cuando uno sueña pero que se puede ver de a muchos a la misma vez.