Es así como el copo anónimo que dio origen a esta bola de nieve que no podemos ¡ni queremos! parar es cada vez más grande. Así empezaron a llegar donaciones de los propios beneficiarios, de los vecinos del barrio que tienen hijos grandes y ganas de que otros sigan aprovechando esas páginas, de amigos con ansias de ver a más gurises embelesados con los libros. Lo más gratificante hoy por hoy es notar que se están creando hábitos. Bellos hábitos de cuidar los libros. De elegir libremente sin que nadie este marcando que libro tenés que querer. Hábito de la curiosidad, hábito de compartir. De buscar espacios en el día porque tenés que terminar ese capítulo que te quedó colgado del día anterior. Hábito de comentar qué es lo que te gustó más y recomendar a tus compañeros de clase. De buscar más libros de determinado autor porque te encantó su manera de escribir. Hábito de “exigir” a los grandulones que te lean porque no sabes, todavía, el significado de las palabras, y además de que se repita una y otra y otra vez, literalmente. Hábito de “leer” los dibujos de acompañan las palabras.
Decimos gratificante porque como amamos los libros, entendemos que estar en contacto es la única manera de enamorarte más y más.Bregamos porque ese contacto sea a través de la libre elección y de que el material sea de calidad, como el yogurt o la leche que elegimos a la hora de alimentar nuestro cuerpo. Eso nos llena de satisfacción.
Es por ello que a esta altura nos sentimos responsables de haber dado el puntapié inicial y necesitamos seguir jugando el partido con cariño, compromiso y alegría. La idea es que la biblioteca además de funcionar en el taller también pueda pasear por el barrio con un sistema de carritos ambulantes, con la premisa “si el niño no va a la biblioteca, la biblioteca va al niño”, todos los sábados tendremos una ruta preestablecida que recorreremos con la biblioteca con patas. Así cada quien podrá acercarse, ojear, revolver y elegir el libro que desee leer esa semana.